domingo, 22 de julio de 2012

Preguntas que me hice



¿Qué pasa con el alma de una persona cuando la persona se diluye en la demencia antes de morir? ¿La pierde, es una persona viva y sin alma?


¿Qué pasa cuando la personalidad está estropeada? ¿En qué estado queda el espíritu que sobrevivirá a la muerte de su cuerpo?


¿Se restaura, se repara el espíritu tras morir?


¿Qué es el alma, el espíritu? ¿Es la esencia de una persona o es genérica y no importa quién o cómo seas o vivas? ¿Hasta qué punto están ligados a quienes somos como personas vivas? Si el espíritu de una persona está ligado a lo que es, a quien es, como una página en blanco que se escribe durante la vida y no se borra tras su muerte, ¿quedan los trastornos mentales y fallos cerebrales escritos también?


Si se restaura el espíritu al morir uno, ¿qué punto de la vida de uno es tomado como "bueno" para la restauración? ¿Antes de estropearse? ¿Lo que se vive después no cuenta?


¿Decide un alma cómo ha de restaurarse o la decisión es ajena a ella?


¿Maduran las almas de los niños con ellos mientras viven? ¿Y cuando mueren a muy corta edad? ¿Maduran las almas muertas? ¿O acaso el alma de un bebé desea en su plano sobrenatural simplemente satisfacer las necesidades básicas que como bebé ni siquiera sabe proporcionarse ni entiende cómo se proporcionan?


¿Cómo interaccionan las almas con el mundo material que sigue perteneciendo a los vivos? ¿De la misma manera que los vivos; es decir, va aprendiendo una persona del paleolítico inferior a adaptarse al siglo XXI o se queda anclada en un mundo que ya no existe independientemente de la acción humana?


...



¿Es honrado satisfacer las respuestas a estas preguntas inventándose uno mismo las respuestas? ¿Qué valor tiene una respuesta si me la invento? ¿Es satisfactoria una ocurrencia, una invención? Si uno llega a un punto en que no conoce una respuesta, ¿qué tiene de positivo inventársela?


¿Es honrado satisfacer las preguntas con las respuestas que otros se inventan?


¿Estoy dispuesto a admitir que hay gente superior a mí y que lo que ellos dicen saber es más cierto que lo que yo no logro averiguar? ¿Quién o qué les da esa superioridad sobre mí?


¿Lo que esos otros se inventan, cómo lo saben? ¿Son más listos que yo? ¿Más poderosos? ¿Es mi mente inferior a la de ellos?


¿Cómo lo saben?


¡¿Cómo, cómo lo saben?!


...



Estas preguntas me las hice yo muchas veces. Y me porté conmigo mismo como el niño de tres años que por supuesto una vez yo también fui y del que es posible que aún quede algo en mi interior, y no me dejé en paz.


...


El ser humano es maravilloso. Su cerebro lo es.