domingo, 4 de mayo de 2014

Fresas de metal duro y tolerancias: unas cosas que se aprenden currelando

    Cuando miras un catálogo de fresas y no has fresado mucho con ellas te quedas con cara de tonto: ¿cómo es que yo trabajo a un quinto de capacidad de lo que me aconseja el fabricante? Cuando ya has trabajado bastante con ellas la respuesta sale fácil: las fresas cuestan un ojo, si les das la caña que el fabricante te dice (por supuesto calculadas siempre bajo unas condiciones perfectamente ideales que en la práctica rara vez se dan) enseguida te quedarás sin fresa, y qué casualidad, el fabricante estará encantado de venderte otra. Lo que pasa es que uno no es tonto, y eso lo tiene claro. 
    Recuerdo la vez que estábamos haciendo ranuras con fresas de cocodrilo de acero rápido ø20 y nos habían aconsejado hacerlo a unas condiciones endemoniadas. Malo es cuando una de estas fresas empieza a sacar viruta azul, lo digo por experiencia, enseguida donde había una fresa hay un muñón: nosotros habíamos adecuado las condiciones de corte de un modo más suave, para que la fresa aguantase y no hubiese que estar todo el rato con la mirada fija en la viruta, el oído en el ruido, la mano en el potenciómetro del control (para parar si había percances) y una nalga apretando a la otra. Vino el fabricante y dijo que le diéramos más vida. El Pepeina le preguntó si se había traído más fresas de repuesto. ¿Para qué? Para cuando esta se rompa por darle más caña. Que no, que no, tú dale. Hizo falta la fresa de repuesto, claro. Y así con tantas otras herramientas: brocas de metal duro, machos de roscar, platos de plaquitas... que sí, que cuando había pasta yo mismo las he tenido incluso a un 50% más de condiciones que lo que recomendaba el fabricante, al límite de la rotura y con un sobredesgaste y desafilado tremendos, pero bueno, el precio de la herramienta no importaba (malgastamos miles de € por esta razón) porque en contrapartida sacábamos piezas como churros siempre muy dentro del plazo, que era lo que entonces interesaba, y ahí se amortizaban las pérdidas en herramienta (y las paradas de máquina y reparaciones provocadas por roturas).

    Toda esta experiencia profesional como trabajador que depende de herramientas y máquinas fabricadas por otros y cómo esos otros viven de venderme herramientas me ha dejado, entre muchas otras cosas, alguna que otra reflexión: Una, que el cliente que compra fresas no es tan tonto como para no darse cuenta de que pese a lo orientativo de las instrucciones del fabricante, es uno mismo el que tiene que ver qué es lo que más le conviene a él según sea el caso. Otra, que el fabricante de fresas no es tan tonto como para recomendar que con su producto se vaya despacito porque se puede estropear (en un mundo tan competitivo como el del mecanizado, donde todo es tiempo, tiempo, tiempo), así que habla maravillas de su producto, como no podía ser de otro modo, pero tampoco es tan tonto como para fabricar fresas de poca calidad para que se rompan pronto y confiar en que sus recomendaciones van a engañar a un cliente que va a seguir comprándole, porque sobre todo, el cliente no compra obligado sino que mira por su propio beneficio, y el fabricante de fresas de al lado estaría encantado de vendérselas en su lugar, así que más le vale ir espabilando con la calidad y el precio de su producto, que el cliente enseguida cambia de proveedor si le sale a cuenta. Nos ha jodido.

    Sin embargo, no paro de ver cómo cantidad de gente se traga por todos lados el tema de la obsolescencia programada, cosas como que los agricultores son engañados por los productores de semillas que los acaban haciendo dependientes, con que en el mundo consumista nos crean necesidades... Todas estas posturas se basan en algunas premisas como estas: todos los consumidores somos tan gilipollas como para dejarnos engañar en contra de nuestro interés, los vendedores son tan gilipollas como para no aprovecharse de la mala práctica de su engañoso competidor y usarla en su propio beneficio y en contra del de aquél (el capitalismo es malo, claro, pero la competencia coleguea y se enrolla entre sí, al parecer), y las técnicas de venta de morralla innecesaria son tan eficaces que ninguna empresa ni ningún producto fracasan nunca, porque las necesidades y las dependencias se pueden crear a voluntad del fabricante. Toma pensamiento profundo y ordenado para rato.

 
Agujeros con avellanado para cabeza de tornillo a 45º, hechos con brocas de plaquita de refrigeración interna y contorneado en interpolación circular cónico, en acero HB400. La pieza tenía unos 500 mm de lado. Las brocas chillaban que daba gusto.

 
    Otra experiencia profesional que me ha servido también al extrapolarla a la vida fuera del trabajo es la de las tolerancias, la exigencia del cliente, y la influencia de la mano del que mide. En mecanizado, las tolerancias son el rango de medida dentro del que deben quedar las dimensiones del elemento mecanizado. 
    Por poner un ejemplo muy de fresadora: un agujero ø40 H7 tiene que tener un diámetro de entre 40 y 40.025 mm. Si el cliente es muy quisquilloso y resulta que mete la pieza en una máquina tridimensional de medición por láser, servicio que muchos subcontratan a otra empresa cuyo operario de medición no tiene ni idea de qué cosa encaja en ese agujero [un casquilo de bronce (lo más habitual tratándose de acero), un bulón en parte roscado, un eje...] más vale haber dejado ese agujero bien dentro de la tolerancia, porque de lo contrario es posible que haya una no conformidad y devolución, con la consiguiente pérdida. Si hay diálogo y confianza entre el cliente y el que fabrica (cosa que por otro lado está tendiendo a desaparecer, en una progresiva deshumanización -aunque suene paradójico- de la industria del metal en Gipuzkoa, tristemente) y por lo que sea se ha dejado el agujero ligeramente más pequeño o más grande, unos 0.005 ó 0.01 mm en cualquier caso, siempre se puede arreglar retocando un poco si se sabe de la importancia del elemento que va a ir montado ahí. Es en este último caso donde el fresador, al medir, suele querer imprimir una influencia sobre un agujero ya hecho y que por lo tanto, realmente ya no tiene. Cuando uno mide su propio agujero y éste está ligeramente fuera de medida, se tiende a ser benevolente en la medida y a aplicar un poco de manga ancha en la exactitud del manejo del instrumento con que se obtiene la medición, a pesar de que un agujero acabado medido con un instrumento adecuado y bien calibrado mide lo que mide, y no hay más. Que es lo que obtiene el operario de medición por láser sin ninguna implicación de responsabilidad en el mecanizado, que simplemente se limita a medir.

     Cuántas generaciones de personas hemos sesgado pareceres que podrían ser objetivos hacia nuestro favor o en perjuicio de otros cuando el interés se mueve en uno u otro sentido (cosa que por otra parte es de lo más natural, el interés siempre está ahí, otra cosa es la honestidad). Qué poco se hace tantas veces por la objetividad de los datos fiables, cuando no directamente se desprecia la propia objetividad con el fin de desprenderse de ella.

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Se han fijado ustedes...

    ... que los dioses, los ángeles, y hasta muchos alienígenas son primates (homínidos para más señas)?
    Yo sí me he fijado, claro. Pero igual es que a mí me gustan la historia natural y la evolución y la naturaleza y esas cosas.
    Yo soy un primate y eso tiene sentido. Para llegar a mí por línea directa de parentesco y acabar convirtiéndose en un homínido como yo a través de innumerables generaciones consecutivas hay que haber sobrevivido a cosas como ciertas extinciones masivas determinadas o las explosiones evolutivas específicas de las distintas eras geológicas del planeta Tierra y no a otras cualquiera. Son hechos únicos y concretos ocurridos en la historia natural de la vida en este planeta, propiciados por eventos fortuitos acaecidos localmente en nuestro sistema solar, lo que no ha ocurrido en otros planetas ni en el plano divino.
    A veces miro las calizas y me imagino que uno de esos bichos fosilizados con concha es mi antepasado. Cuanto menos, fijo que es un pariente. Qué rica, variada y fascinante es la imaginativa naturaleza, que como decía Feynman, nunca dejará que nos relajemos.

   Sin embargo ese tipo especial de fantasía, del tipo de la que ha sido inventada para creérsela como cierta, es tan patéticamente pobre en imaginación...