Recuerdo ese año entre 2005 y 2006 que trabajé entero en el turno de mañanas porque mi compañero de máquina estudiaba. A eso de las 5:30 de la mañana, que es cuando conducía hacia Hernani, acabé encontrando un programa de radio que no me pareció demasiado estúpido. A esas horas nunca he tenido ganas de hablar ni de que me hablen, ni tampoco del humor simplón que reinaba a esas mismas horas en la radio, junto a tostones musicales que no eran de mi agrado o programas informativo propagandísticos de derechas y baja calidad además. Y en ese programa, como decía, encontré a Marta Pastor, quien me dio las claves para navegar y hacer comunidad virtual en un internet que por primera vez pude pagarme. Recuerdo que habló una vez del por entonces casi desconocido Twitter como una manera de contar al instante qué te estaba pasando, lo cual me pareció bastante inútil. Bueno, hoy día, unos 14 años después, es la red social que he acabado por usar casi exclusivamente.
Hoy he tenido comida con los compañeros del trabajo. Para practicar la saludabilísima costumbre de socializar, he tenido que sacrificar otra salud por otra parte, bebiendo txakoli, copas y cervezas durante unas 8 horas seguidas, algo a lo que estoy ya completamente desacostumbrado.
De todos modos, ha sido un gran día, que ha empezado yendo a coger el topo en un día lluvioso. He tomado un hamabitako de antxoíllas y atún en aceite regados con txakoli al txotx a 2°C. Luego he comido un delicioso bakalao con pimientos y carne guisada tiernos como mantequilla. Y he hablado mucho. Más de la cuenta, como suele suceder cuando se bebe. Del trabajo, por supuesto. Y además de heavy metal, drogas, geología, astronomía, política, euskara, periodismo... no sé, lo típico.
Hoy he tenido comida con los compañeros del trabajo. Para practicar la saludabilísima costumbre de socializar, he tenido que sacrificar otra salud por otra parte, bebiendo txakoli, copas y cervezas durante unas 8 horas seguidas, algo a lo que estoy ya completamente desacostumbrado.
De todos modos, ha sido un gran día, que ha empezado yendo a coger el topo en un día lluvioso. He tomado un hamabitako de antxoíllas y atún en aceite regados con txakoli al txotx a 2°C. Luego he comido un delicioso bakalao con pimientos y carne guisada tiernos como mantequilla. Y he hablado mucho. Más de la cuenta, como suele suceder cuando se bebe. Del trabajo, por supuesto. Y además de heavy metal, drogas, geología, astronomía, política, euskara, periodismo... no sé, lo típico.
Vides, cerezo, laurel y ratón. Entre otras cosas. |
A la vuelta del tren a casa he venido viendo y recordando los nombres de las estrellas de Orión, la leyenda de sus dos perros, el auriga, los gemelos... Nunca está de más situar el triángulo de invierno en los escasos días despejados que se nos brindan. Más aún cuando el día ha empezado lluvioso y ha acabado despejándose después de una semana con temporal y ante el pronóstico de otro que empieza mañana mismo.
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