lunes, 9 de septiembre de 2024

SNS

Si escribo un blog es porque escribo sólo algo peor de lo que pienso, teniendo en cuenta que hablo bastante peor de lo que escribo.
Y así, al menos, ordeno y almaceno ideas. Que, en un inicio, de eso se trataba esto, o al menos así lo entendí yo.

Como quiera que sea, no siento mucha necesidad de proyectarme. De decir lo que pienso, de dar mi opinión, de contar lo que hago. Y cuando siento la necesidad, como no suelo tener prisa, lo dejo para después, y las ganas se me acaban pasando muchas veces.
Por otro lado, creo que soy bastante bueno acertando lo que los demás quieren oír, pero si no veo necesidad, no me da ya la gana de decírselo. Lo que no quiere decir que sea tan idiota como para decir abiertamente lo que sé que no quieren oír.

Sincero, sí; bocazas, no... (¿Valdrá para lema de una casa de Poniente?)

Hace tiempo que me he aburrido del juego de demostrar lo moralmente por encima que estoy de los cazurros, pobres de derechas, patriotas, magufos, aleluyos, reggaetoneros... qué sé yo. De demostrarlo exclusivamente para ganar la aprobación de los semejantes, no para hacer uno algo al respecto.


También, en esta misma línea, me ha cansado el juego del eternamente indignado. Me he aburrido de la bronca, los zascas y los palmeros alrededor. Por muy de acuerdo que esté, no es que piense que no sean formas, es que me han aburrido. Ya no me los creo. Aburrido, también, de los que dan una vuelta de tuerca y suben un poquito más ese listón moral y además dejan claro que ya tenían la capacidad para haberlo saltarlo y lo acaban de subir para que los demás, si es que podemos, lo saltemos también si queremos seguir siendo buenas personas, cosa que cada vez cuesta más, evidentemente.
Un juego donde es más importante decir bien una palabra que el hecho de que estés verdaderamente convencido de, y además sepas, por qué hay que decirla así.
Me aburre el comportamiento de personas que, al exponer la bajeza moral de otros, buscan la propia notoriedad, que obtienen aupando su moralidad en el hecho de haber juzgado la del resto por debajo de la suya.
Me he cansado del juego de gente que parece que saca su realidad de los anuncios, donde trabajo es sinónimo de oficina o escritorio y olvida que nuestro mundo se sustenta en personas que cosechan, ordeñan, pescan y minan y que hasta que alguien diseña estrategias de gestión de esas actividades, todavía queda la gente que muele y hornea, fermenta, congela, funde y da forma.
A ver, Crom me libre de pecar de anti-intelectualismo. Quizá anti-elitismo a secas, no más. Aclaro que digo esto porque sigo en redes mucho profesional titulado que parece pensar que sin ellos no podemos empezar.


No soy nadie en las redes de microblogging, que son las que uso. Tengo un éxito terriblemente pobre. Para empezar, de naturaleza soy muy poco impulsivo y aguanto mucho la tentación, y eso hace que los mecanismos de su funcionamiento no den con mi clave. Para seguir, por todo lo dicho más arriba.


Y para finalizar, tengo claro que el éxito en RRSS es prácticamente siempre de la red y no de las personas.
Porque como decía el subtítulo de mi blog cuando el título era otro diferente al actual, la esclavitud ya no me satisface.

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