jueves, 24 de octubre de 2024

Sentimiento del momento exacto en que te ves obligado a provocar una rotura

 

 

 This could be a


Hoy pensaba en la belleza que veo en la aproximación a la perfección,

en la elegancia de la fórmula matemática sencilla,

atractiva como aquello capaz de explicar sin

rodeos ni añadidos innecesarios, igual que se siente un

trabajo bien acabado. Y, sin embargo... me fascina la

biología, tantas veces la vida es endiablada y divertidamente contraintuitiva.

Rara vez se reunió un puñado de añicos y se tiró al suelo

obteniendo como resultado un vaso de cristal intacto.

Kai Hansen me recordó que quise vivir en un cuento de hadas, y aun así,

estoy convencido de que no tengo que buscar un porqué a esto, porque

no tiene por qué haberlo.


interchangeable love poem



Gaur erabat akrostikoak dion bezala sentitu naiz; beraz,


ingeles preposizioan ez dut ortografia-hutsik egin.





Maitasunez, Algarentzat


lunes, 9 de septiembre de 2024

SNS

Si escribo un blog es porque escribo sólo algo peor de lo que pienso, teniendo en cuenta que hablo bastante peor de lo que escribo.
Y así, al menos, ordeno y almaceno ideas. Que, en un inicio, de eso se trataba esto, o al menos así lo entendí yo.

Como quiera que sea, no siento mucha necesidad de proyectarme. De decir lo que pienso, de dar mi opinión, de contar lo que hago. Y cuando siento la necesidad, como no suelo tener prisa, lo dejo para después, y las ganas se me acaban pasando muchas veces.
Por otro lado, creo que soy bastante bueno acertando lo que los demás quieren oír, pero si no veo necesidad, no me da ya la gana de decírselo. Lo que no quiere decir que sea tan idiota como para decir abiertamente lo que sé que no quieren oír.

Sincero, sí; bocazas, no... (¿Valdrá para lema de una casa de Poniente?)

Hace tiempo que me he aburrido del juego de demostrar lo moralmente por encima que estoy de los cazurros, pobres de derechas, patriotas, magufos, aleluyos, reggaetoneros... qué sé yo. De demostrarlo exclusivamente para ganar la aprobación de los semejantes, no para hacer uno algo al respecto.


También, en esta misma línea, me ha cansado el juego del eternamente indignado. Me he aburrido de la bronca, los zascas y los palmeros alrededor. Por muy de acuerdo que esté, no es que piense que no sean formas, es que me han aburrido. Ya no me los creo. Aburrido, también, de los que dan una vuelta de tuerca y suben un poquito más ese listón moral y además dejan claro que ya tenían la capacidad para haberlo saltarlo y lo acaban de subir para que los demás, si es que podemos, lo saltemos también si queremos seguir siendo buenas personas, cosa que cada vez cuesta más, evidentemente.
Un juego donde es más importante decir bien una palabra que el hecho de que estés verdaderamente convencido de, y además sepas, por qué hay que decirla así.
Me aburre el comportamiento de personas que, al exponer la bajeza moral de otros, buscan la propia notoriedad, que obtienen aupando su moralidad en el hecho de haber juzgado la del resto por debajo de la suya.
Me he cansado del juego de gente que parece que saca su realidad de los anuncios, donde trabajo es sinónimo de oficina o escritorio y olvida que nuestro mundo se sustenta en personas que cosechan, ordeñan, pescan y minan y que hasta que alguien diseña estrategias de gestión de esas actividades, todavía queda la gente que muele y hornea, fermenta, congela, funde y da forma.
A ver, Crom me libre de pecar de anti-intelectualismo. Quizá anti-elitismo a secas, no más. Aclaro que digo esto porque sigo en redes mucho profesional titulado que parece pensar que sin ellos no podemos empezar.


No soy nadie en las redes de microblogging, que son las que uso. Tengo un éxito terriblemente pobre. Para empezar, de naturaleza soy muy poco impulsivo y aguanto mucho la tentación, y eso hace que los mecanismos de su funcionamiento no den con mi clave. Para seguir, por todo lo dicho más arriba.


Y para finalizar, tengo claro que el éxito en RRSS es prácticamente siempre de la red y no de las personas.
Porque como decía el subtítulo de mi blog cuando el título era otro diferente al actual, la esclavitud ya no me satisface.

jueves, 16 de mayo de 2024

La inercia que se detiene.

   Si existe un barco de Teseo en mi cotidianidad, son mis marcadores de Firefox.

   Los llevo reciclando digitalmente de disco duro en disco duro, de ordenata en ordenata y de SO en SO desde 2006. Hay una longeva carpeta en mis marcadores llena de páginas de información de ultraizquierda. Cuando pude pagarme mi primera conexión de 1 Mb de ADSL a Timofónica es una de las cosas que primero busqué. La alternativa, la diferencia, la voz que estaba acallada en la tele, los periódicos o la radio.

   En aquella época compartía coche al trabajo con un compa obrero de derechas (el pobre), que decía aquello de que para estar bien informado había que diversificar las fuentes (el famoso "leer de todo"). No era al único al que oía decirlo. A mí me hacía arrugar la frente que lo que ellos llamaban diversidad, lo más a la izquierda que se extendía era a la posición ideológica del PSOE, y de ahí hacia la derecha. Vale, no soy ingenuo, sé que los que dicen eso es porque son idiotas con un poco de vergüenza de serlo y cuentan milongas autojustificantes. "Ni de izquierdas ni de derechas, los de abajo contra los de arriba". Mierdas de esas. En fin.

   El 15M me pilló habiendo recién perdido a mi padre. Me hizo respirar profundo y pensar en cómo lo habría visto él. El populismo que trajo Podemos y la ilusión que encendió en personas que nos decían al resto que despertásemos me ponía una sonrisa incrédula en la boca. Gente que el mes anterior estaba diciendo que pasaba de política. Esa gente.
  Los movimientos de derechas o ultraderechas disfrazados, como el docu "zeitgeist", "no les votes", las "clases medias" y el mismo auge del populismo de izquierda ya me pillaron sabiendo diferenciar lo que era bueno de lo que yo quería creer que era bueno. Eso al menos. 
   Muchos de los que anteriormente estaban decepcionados con la política lo estaban de forma totalmente legítima y por muy buenas razones. Pero verlos volver a ilusionarse con aquel populismo y verles querer quedarse allí me dio la misma sensación de que se habían pasado de frenada que con el tema magufo. Esto es, peña cansada y asqueada del catolicismo cayendo en manos de bazofia espiritual pero con sonrisa y buen rollo. El despecho es un mal conductor de vida, creo. Supongo.

   Dijo Pasteur que «Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él». Entiendo perfectamente lo que quería decir porque, como ex-creyente, pasé por un proceso que recoge la fase que describe la cita. Me ocurría que, cuando oía a gente decir que no podía haber dioses porque el mundo era un lugar injusto donde los niños sufren y mueren, pensaba que era un argumento simple e infantil. Que había que ir más allá.
    Pues sí, es verdad. Más allá y más allá. No hay que estancarse. Ese es el regalo que se hace uno cuando adopta el pensamiento crítico. El dinamismo de pensamiento.

   Un día está uno enfadado con el PPPSOE y al otro está encandilado con los círculos de Podemos (portzierto, ¿dónde han quedado?).
    Un día está uno enfadado con los curas y al otro está encandilado con el reiki.

   ¿Por qué quedarse estancados? Joder, Podemos hundió a IU y erosionó votos de obreros moderados, lo que acabó con Rajoy en Moncloa. Paralelamente, la espiritualidad alternativa es tan coercitiva, dañina y retrógrada como cualquier religión organizada hegemónica. Y cualquier persona decente con ideología de avanzada medioformada debería tener claras sus bases racionalistas y el porqué de tenerlas. Sobre todo eso. Por qué el racionalismo es nuestro y nos beneficia. No ser de izquierdas o anticlerical por tribalismo. Serlo por convicción informada. Cuestionárselo todo es la manera de solidificar los razonamientos, por paradójico que suene.

 

La vida, el mayor espectáculo del universo, a lo largo de eras geológicas,
desafía la estúpida falta de perspectiva temporal de la religiosidad.



   Hace poco pensaba en cómo sería relacionarse con una deidad. Las barreras comunicativas entre seres de arquitectura mental tan diferente. Qué capacidad tiene una deidad de comprenderme, si no tiene hambre, ni sueño. Si no siente asco, ni ganas de sexo, ni de mear. Si no tiene miedo, no le incomoda la incertidumbre, no tiene la certeza de que el día menos pensado todo acaba. Si no necesita hacer pasar aire por unas cuerdas vocales para hablar, si no necesita ser querida y aceptada y estimada por quienes la rodean. Si no le duele.

   Si una deidad no es natural y humanamente animal, ¿qué la diferencia de las inertes imágenes de pintura, mármol o bronce que la representan?

domingo, 31 de marzo de 2024

La promesa que no pude cumplir

   No soy mucho de prometer, prefiero hacer. Secretamente, me guardo la tarea en la memoria y dejo que se quede ahí, estorbando, mientras no la acabe por completar. De momento, el método del post-it fabricado en material-memoria me funciona. 

   Así, si por ejemplo, me enseñas una causa que necesita una pequeña donación y yo me decido a colaborar, raro será que te diga que voy a hacerlo. Si quiero/puedo, lo haré. Luego quizá te cuente, o quizá no, que ya lo hice. No sé, yo funciono así. Me cuadra mejor. Hacer en vez de decir. Y con muchos de los compromisos que tomo conmigo mismo me pasa exactamente lo mismo. En vez de contarlos por ahí, los adquiero y cumplo con ellos. Sin más. Sin perder la fuerza por la boca.

   Hace muchos años, algo más de treinta, me hice una promesa: mantenerme fiel a una manera que tenía de pensar. Promesa que rompí definitivamente diez años después... Hasta hoy, cuando pasados aún veinte años más, la promesa sigue rota. Y ya no creo que sea capaz de retomarla jamás .

   Creo que no me hice la promesa por miedo a cambiar de opinión en sí, sino por miedo a abandonar mis principios. Me veía a mí mismo en un futuro hipotético habiendo traicionado aquello que sentía, que yo era. Creo que comprendía la fragilidad de mantenerse firme a un ideal cuando sabía que la vida iba a acabar cambiándome, y creía que si lo hacía -cambiarme- sería por mi rendición. Y cómo detestaba la idea de que me doblegaran.

 

El Prepirineo baztandarra enfrente, el Pirineo al fondo, Erroilbide a los pies, Gyps fulvus sobre la cabeza.
Tanto no me han cambiado.

 

   Lo que pasó, sin embargo, no lo anticipé. Fue que hubo un principio, otro principio diferente al de la lealtad a un ideal, que se antepuso. Esto es, como cuando Jaime Lannister, con razón, argumentaba que era imposible cumplir con los votos de las Capas Doradas siendo fiel al espíritu mismo de los votos, porque se caería en contradicciones y disonancias que una persona honrada no podría ignorar.

   El principio que se impuso a esa lealtad a mis principios fue el principio de la honradez intelectual. No pude ignorar voluntariamente las dudas que tuve. Las dudas que fueron minando las ideas que tenía. Y al final, no fue por una convicción que cambié de parecer, sino que fue la consecuencia de un proceso reflexivo lo que hizo que rompiese mi promesa, aquella promesa de mantenerme fiel a una creencia. La promesa que no pude mantener hasta que, finalmente, perdí la fe por el camino.

 


viernes, 8 de marzo de 2024

Algo a lo que aferrarme

Hoy miraba un Populus alba al que le estaban brotando las hojas. Me alegra ver una temporada más que la savia se vuelve a mover. Vivir.

No sé ni por dónde empezar.

Me he acordado del nombre de la Fumaria al ver sus flores. La botánica siempre me sirve de ancla contra los ataques de nihilismo. Me sosiega la manera en que me ata a la realidad y aleja la sensación incómoda de que la mendacidad invade cada esquina de esta forma de vida.

Ojalá fuera otra persona. Estoy desconcertado, me temo que odio esta soledad.

He visto una preciosa Pulmonaria longifolia con sus oportunas flores moradas. Y con sus bonitas pintas blancas en las hojas aterciopeladas, que da placer acariciar.

No tengo a dónde huir. Nada tiene mucho sentido, pero me esfuerzo y sigo intentándolo.

Pensaba en que cada vez creo y pienso menos en la culpa. Un día, espero, será un recurso mental abandonado y extraño por el desuso. Sin embargo, la duda de si hay realmente libertad de elegir aún ocupa los momentos libres para la reflexión que me quedan. También los ocupa la responsabilidad que derivaría de ese libre arbitrio teórico. Porque es que, en la práctica, vivo como si ambos existieran.

Cógeme la mano. Ayúdame, colega.

Me decía a mí mismo que la decepción que estaba sintiendo era a causa de la esperanza. Y la tristeza, a causa de las expectativas. Cosa mía haber tenido esperanza, haberme creado expectativas.

Si yo fuera estúpido o ingenuo, intentando alcanzar la felicidad...

Hoy me hubiera gustado quitarme la espina de aquel día en que me perdí la celebración del aniversario con todos los demás. Aquel día tenía muchas ganas de celebrarlo con la gente, pero se torció. Todo salió fatal. En ese momento, como hoy, me había imaginado a mí mismo pasándomelo bien en compañía y luego no pudo ser, lo mismo que hoy. Me afectó entonces y me ha afectado hoy. Más de lo que me esperaba, joder.

Si la gente no fuera tan imbécil y yo nunca me equivocara, podría encontrar perdón.

Estaba profundamente enfadado, pero sin rabia. La rabia lo hubiera hecho todo más fácil, pero no ha estado ahí para echarme un cable. Ni siquiera tenía el retorcido alivio que proporciona esa ira; el de cegarse y pensar que todo el mundo es odioso y que los demás tienen la culpa de todo lo malo.

 

Pilygala vulgaris. To you, my dear and lonely Judah Brown.


 

 

No puedo ser otra persona. No creo que no tenga remedio, no siento que sea inútil.

El hundirse de la arcilla al pisarla, los pinchos de las zarzas hiriéndote la piel, el viento empujándote y el sol cegador. Las formas de las nubes, no sé, irrepetibles. Lo contrario a no sentir.

No puedo mandarlo todo por ahí. Necesito un poco de valentía para afrontar mi debilidad.

Sentirse incomprendido es difícil. Siempre lo es. Si hoy hubiera tenido que tomar decisiones importantes lo hubiera hecho mal. Es posible, no lo sé. Hoy, mejor, cosas sencillas.

Y con tu amor, sé con todo mi corazón que lo puedo conseguir.

miércoles, 30 de agosto de 2023

Juglans silicata

Hoy me he encontrando un tarro lleno de nueces. Bueno, esa no es la verdad: Me he encontrando una nuez y la he lavado en un charco. Como me he puesto el pantalón de ir a misa los domingos para el paseo por las pistas, no podía metérmela al bolsillo sin mancharlo permanentemente.
Así que, mientras caminaba con mi nuez mojada en la mano, iba buscando con la mirada la omnipresente bolsa de plástico tirada por ahí para guardarla en ella. Y de paso, si la encontraba, ir a por más nueces. Entonces es cuando a través de un vallado he visto un tarro de vidrio grande tirado en la hierba. Dentro sólo había unas cúpulas de bellota , un poco de barro y una araña anaranjada a la que amablemente he invitado a salir (poobre). Ya en mi mente se ha formado la escultura imaginaria que era ese tarro lleno de nueces. Por eso, he tenido que ir a visitar más nogales para hacer realidad mi pensamiento en proyecto.

El tarro está lleno, y sin embargo, queda mucho espacio por rellenar. Aficionados a la física atómica will understand.


Cuando fui restaurador de muebles conocí la nogalina como tinte, el nogal como madera y la raíz de nogal como chapado de curiosas formas, ojos y vetas.

Cuando fui aprendiz de restaurador de riberas, mi amigo Josu de Urtzain llamaba nuez al nogal. Es curioso como cuando hablamos un idioma que no dominamos nos da vergüenza. Y si lo pensamos bien, casi todo el mundo aprecia y valora el esfuerzo que hacen otros para hablar el propio idioma. Incluso sus meteduras de pata, su acento exótico y su pronunciación peculiar nos parecen simpáticas.

Cuando fui caminante ocioso de bosques atlánticos  de frondosas, una persona me dijo que las nueces eran buenas para el cerebro porque se le parecen. Como desde hace tantos años, sigo profundamente interesado en desentrañar cómo una persona adulta que vive en una sociedad ilustrada, es decir, donde todo el mundo estamos alfabetizados y tenemos estudios, sigue creyendo en la magia. Además de la aceptación social que tiene la sobrevalorada medicina herbolaria. Con sus famosos: "la hierba X es buena para el órgano Y". Y todo lo aberrantemente simplista que esto resulta, cuando la fisiología y/o patologías de cualquier órgano son tremendamente complejas, variadas y extensas.


Y esto es todo lo que un tarro de nueces que me he encontrado en mi paseo de la tarde me ha traído al recuerdo.

¡Vive Nepal!

domingo, 9 de julio de 2023

Aguante, a pesar de la contradicción. ¡Aguante!

Hoy he oído a unas personas hablar sobre un taller de mecanizado. Decían que el dueño, un viejo de setenta y pico años, andaba todo el día por ahí. Dando por saco a todo el mundo, al parecer.

También hoy, me ha contado una persona la situación de su cuñado. Tras muchos años en la misma máquina pequeña de electroerosión, ha pasado, a sus cincuenta y muchos, a otro taller, a mover piezas grandes y a rebabarlas. Lo que le asusta y se le hace cuesta arriba, más de lo que quisiera —no podía ser de otro modo, claro—.


Las primeras personas hablaban de ese tipo de talleres en tono divertido, hilarante. La segunda persona, me contaba lo de su familiar como mala suerte.


Ah, los puntos de vista.

Me he acordado de mi paso por esos talleres viejos, sucios, desordenados, mal iluminados, fríos en invierno... Con dueños déspotas llevándolos. Gente con menos conocimientos que yo y que me discutieron y me abroncaron a pesar de no cometer yo errores y hacer bien mi trabajo. Lugares desagradables de ambiente humano triste e inhóspito a los que no quería ir y donde no quería estar, e iba y estaba buena parte del día. Ganando mi sustento.


Me he acordado de los compañeros que tuve durante años y a quienes apreciaba, y que quedaron en la calle a los cincuenta y pico después de muchos, tantos años como magníficos trabajadores. Que ya no han vuelto a tener estabilidad. Sólo precariedad, con trabajo temporal, promesas incumplidas y soportando al empresariado habitual, ese mayormente compuesto por canallas pagados de sí mismos.


La religiosidad no está reñida con la industrialización


El sistema capitalista salvaje que tritura trabajadores valiosos, responsables y experimentados. Que los excluye, que destroza su salud, que los sustituye antes de tiempo por gente menos responsable, más inexperta, pero que cobra menos y es más fácil mangonear. Estrategias loose-loose, creo que las llaman los estúpidos que cruzan los brazos, sonrientes en sus fotos de perfil, en esa esfera digital donde ser un sociópata (muy orientado y mucho orientado al cliente) es todo un orgullo de eficiencia autocacareada.

Las contradicciones del capitalismo, identifican los estudiosos de esos ciclos económicos. De un sistema enfermo que encadena crisis más agudas cada ocasión para mantener una mentira insostenible.


Aguante, clase obrera. La mía. Los míos.
¡Salud, compañeros!