jueves, 16 de mayo de 2013

Buena suerte

    Aún no había comido nada, por lo que el vaso hasta arriba de vino que ya se había bebido le había afectado. No tenía mucha costumbre. Se acercó el segundo vaso a la boca y respiró primero el aroma, reparando en el alcohol que le estaba sentando bien. Buen vino, de siempre lo tuvo. Sonrió levemente, estaba solo, y pensó eso que había oído decir hace poco a alguien más alegre: "y qué bien vivimos".

    Como tampoco tenía esa mala costumbre que se llama envidia, no solía compadecerse por sus penas, mucho menos desear que los que vivían mejor que él se pusiesen a su nivel. Desde luego, eso no. ¿Consolarse pensando que hay otros que lo tienen mucho peor? Eso tampoco, tampoco era algo que le levantase el ánimo. Que haya quien lo tenga mejor o peor no le arreglaba nada a él y eso lo tenía claro. Tenía que encontrar su propia motivación para convencerse de que es verdad que vivía bien. 

    Entonces es cuando pensó en ellos. Acudía a ellos mentalmente en conversaciones relajantes y simuladas cuando no los tenía a mano, cosa, por otra parte, que sucedía cada vez más. Es entonces cuando la sonrisa dejó de ser leve. Se alegró mucho de poder asegurar que tenía un amigo que era como un hermano y un hermano que era como un amigo.
   


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