miércoles, 30 de agosto de 2023

Juglans silicata

Hoy me he encontrando un tarro lleno de nueces. Bueno, esa no es la verdad: Me he encontrando una nuez y la he lavado en un charco. Como me he puesto el pantalón de ir a misa los domingos para el paseo por las pistas, no podía metérmela al bolsillo sin mancharlo permanentemente.
Así que, mientras caminaba con mi nuez mojada en la mano, iba buscando con la mirada la omnipresente bolsa de plástico tirada por ahí para guardarla en ella. Y de paso, si la encontraba, ir a por más nueces. Entonces es cuando a través de un vallado he visto un tarro de vidrio grande tirado en la hierba. Dentro sólo había unas cúpulas de bellota , un poco de barro y una araña anaranjada a la que amablemente he invitado a salir (poobre). Ya en mi mente se ha formado la escultura imaginaria que era ese tarro lleno de nueces. Por eso, he tenido que ir a visitar más nogales para hacer realidad mi pensamiento en proyecto.

El tarro está lleno, y sin embargo, queda mucho espacio por rellenar. Aficionados a la física atómica will understand.


Cuando fui restaurador de muebles conocí la nogalina como tinte, el nogal como madera y la raíz de nogal como chapado de curiosas formas, ojos y vetas.

Cuando fui aprendiz de restaurador de riberas, mi amigo Josu de Urtzain llamaba nuez al nogal. Es curioso como cuando hablamos un idioma que no dominamos nos da vergüenza. Y si lo pensamos bien, casi todo el mundo aprecia y valora el esfuerzo que hacen otros para hablar el propio idioma. Incluso sus meteduras de pata, su acento exótico y su pronunciación peculiar nos parecen simpáticas.

Cuando fui caminante ocioso de bosques atlánticos  de frondosas, una persona me dijo que las nueces eran buenas para el cerebro porque se le parecen. Como desde hace tantos años, sigo profundamente interesado en desentrañar cómo una persona adulta que vive en una sociedad ilustrada, es decir, donde todo el mundo estamos alfabetizados y tenemos estudios, sigue creyendo en la magia. Además de la aceptación social que tiene la sobrevalorada medicina herbolaria. Con sus famosos: "la hierba X es buena para el órgano Y". Y todo lo aberrantemente simplista que esto resulta, cuando la fisiología y/o patologías de cualquier órgano son tremendamente complejas, variadas y extensas.


Y esto es todo lo que un tarro de nueces que me he encontrado en mi paseo de la tarde me ha traído al recuerdo.

¡Vive Nepal!

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