sábado, 15 de octubre de 2022

Es como si desaparecieran

     Las personas que conviven con otras que siempre están en problemas, en cierto modo, desaparecen.

    Más bien desaparece su voluntad. Con el tiempo ya sólo importa lo que la persona con problemas quiere. La persona con problemas requiere la atención. La persona con problemas tiene la prioridad. Cuando los problemas se cronifican, las personas a su alrededor que no los tienen así, crónicos, dejan de ser importantes.

Nunca vi a este corzo, pero al parecer, estuvo aquí.


    Cierto día, al pasar los años, si se llega a alcanzar la capacidad para analizar esta circunstancia, esta persona cuya voluntad ha desaparecido, puede cansarse y a veces perderse. Puede darse cuenta de que no quiere que las cosas sean como son. Entonces, puede preguntarse cómo le gustaría que fueran. Y de pronto, abatida, llega a la conclusión de que no lo sabe. Lleva tanto tiempo acostumbrada a que lo que quiere no importa, que ha dejado de querer nada. Y es por esto que, finalmente, ya ni sabe lo que quiere. Su voluntad ha desaparecido.

Ajuste de Segovia en el acueducto fino

    No podría ser de otro modo. Es la manera simple en la que yo no entiendo cómo los ateos militantes se meten en tantos fregaos para explicar algo tan simple. Sí que entiendo, sin embargo, la perplejidad de los creyentes no aficionados a la naturaleza ante algo que parece tan alucinante: que se dan tantas casualidades para que las cosas sean como son y no de otro modo, que podría decirse que hay una intención detrás. Lo entiendo porque sé que el pensamiento ordenado no es su fuerte. Si no te han enseñado, si no lo has aprendido, es casi imposible que de modo espontáneo seas capaz de alcanzar una manera ordenada de pensar. Así, creerás que si te dejó de doler la rodilla tras rezar fue por rezar. Por lo mismo, ignorarás cuando se te curó el corte en el dedo sin hacer nada y no achacarás la curación de las heridas al hecho de no hacer nada. Sobre estos concretos sesgos cognitivos otros saben y escriben mucho y bien y lo explican mejor.

    Pero, lo del ajuste fino. A ver. Si es que no podría ser de otro modo. Es como si alucináramos porque el sistema solar tiene un método tan perfecto para hacernos saber que es de día o de noche y se llama luz del sol. Y quedarse tan anchos. Hay día, hay noche y lo que lo diferencia es la luz solar o la falta de ésta. Que no hay que convertir eso en una herramienta divina que se nos ha dado para discernir el día de la noche. Que el día es porque nos da el sol, y entonces hay luz solar, y luego, pues su contrario. Que no hay que ser tan impresionable. Que no puedes convertir una consecuencia en su propia causa cuando te dé la gana

    En este vídeo de Faemino y Cansado (que enlazo al instante preciso) es exactamente lo que yo oigo cuando un creyente me habla del ajuste fino: una persona que cree que la estructura del acueducto de Segovia se hizo mediante arcos para que pasaran por debajo los coches del futuro. En vez de pensar que ya que el acueducto tenía arcos, hemos aprovechado hoy día para pasar por debajo de ellos en coche, pues pensar que ese aprovechamiento, esa posibilidad que tenemos de pasar ya que las cosas están así, es la causa de que sean así. Y eso, quedarse tan anchos.

 

 

   Actualización del 31 de octubre de 2022, después de leer unas notas que tomé hace tiempo: Quienes utilizan la analogía del relojero, no piensan en otro elemento tecnológico, una de las herramientas que más años ha tenido éxito en nuestra historia, como es el bifaz achelense. Lo parecido que es a un elemento natural, las decenas de milenios en que ha sido hegemónico y tecnológicamente puntero... Si quieres hacer analogías para explicar tus argumentos; bien, pero si quieres explicar la complejidad de la naturaleza comparándola con la tecnología humana no tengas el morro de irte a un reloj olvidando que durante centenares de miles de años solo hubo piedras y palos afilados.