viernes, 2 de diciembre de 2022

En mi casa

    Cuando era niño tuve una casa. Quería volver a ella después del cole, a comer o a la tarde a dejar la cartera al acabar mis obligaciones. Quería ir a cenar a mi casa después de hacer mis cosas por las tardes. No quería ir a ella cuando me lo estaba pasando bien en la calle jugando con mis amigos, pero eso entraba y entra dentro de lo felizmente normal.

   Mis padres no se drogaban hasta perder el control. No pagaban conmigo sus frustraciones, ni me culpaban de sus fracasos. No les tenía miedo. No tenía que adivinar de qué humor estaban para saber si el día iba a ser pasable o un infierno. Jamás anteponían sus intereses a los míos. No eran quejicas que tacañearan en su esfuerzo hacia mí.

   Estaban ahí y hacían de mi casa un sitio en paz y estable. Puede parecer poco, pero para nada: es completamente suficiente y todo lo necesario. Ese clima estable que crearon para mí. Podía estar allí viendo la tele, armando algún juguete, haciendo mis deberes, comiendo mi bocadillo. Sin temor a que de repente el ambiente se volviera hostil. Sin temor a ser agredido, herido en mi integridad personal, física, moral.

   En esa historia que nos contamos que es nuestra vida, en la que somos los protas exclusivos, solemos decir que estudiamos hasta la FP y acabamos con un buen trabajo en una fábrica. Pero casi siempre nos olvidamos de las mañanas que desayunamos leche con galletas, lo que nos permitió ir bien alimentados al cole y aprobar soci o natu aquellos lejanos y totalmente olvidados días.

   Esta vez no me centraré en quienes criaron las vacas y cosecharon el trigo y lo metieron en una caja una vez hecho galleta, o quien lo trajo en camioneta hasta el economato de la Renfe. Colaboradores necesarios todos y cada uno de ellas y ellos en que hoy yo sea capaz de calcular la tangente de un ángulo y pueda alinear una pieza en la fresadora para ganarme la vida. No, hoy me centraré en quien iba de noche al trabajo mientras yo dormía para poder ir espabilado al cole a estudiar y en quien se levantaba antes que yo para vestirme con infinita paciencia diestra ante mi infinita pereza somnolienta, y para calentar esa leche en el cazo y prepararme el Cola-Cao.

La brigada anticursi me va a regañar por poner este vídeo moñas con una traducción regulera en los subtítulos. Pero sirve bien aquí.

 

   Es cierto, mi casa no era perfecta, y mis padres tampoco. Da igual que no fueran infalibles, porque lo compensaron íntegramente siendo impecables. Y me proporcionaron la oportunidad de adquirir las capacidades para tener éxito en la vida. El verdadero éxito, el que importa. El que da igual la condición, el lugar y la época, el que solo solo tiene como requisito ser humano para disfrutarlo. Ya se sea un cazador de mamuts en la tundra centro-europea de hace 35000 años o una niña guatemalteca que anoche soñó que sería doctora en astrofísica. El verdadero éxito. El que trata de tener muchos más amigos que enemigos.

sábado, 15 de octubre de 2022

Es como si desaparecieran

     Las personas que conviven con otras que siempre están en problemas, en cierto modo, desaparecen.

    Más bien desaparece su voluntad. Con el tiempo ya sólo importa lo que la persona con problemas quiere. La persona con problemas requiere la atención. La persona con problemas tiene la prioridad. Cuando los problemas se cronifican, las personas a su alrededor que no los tienen así, crónicos, dejan de ser importantes.

Nunca vi a este corzo, pero al parecer, estuvo aquí.


    Cierto día, al pasar los años, si se llega a alcanzar la capacidad para analizar esta circunstancia, esta persona cuya voluntad ha desaparecido, puede cansarse y a veces perderse. Puede darse cuenta de que no quiere que las cosas sean como son. Entonces, puede preguntarse cómo le gustaría que fueran. Y de pronto, abatida, llega a la conclusión de que no lo sabe. Lleva tanto tiempo acostumbrada a que lo que quiere no importa, que ha dejado de querer nada. Y es por esto que, finalmente, ya ni sabe lo que quiere. Su voluntad ha desaparecido.

Ajuste de Segovia en el acueducto fino

    No podría ser de otro modo. Es la manera simple en la que yo no entiendo cómo los ateos militantes se meten en tantos fregaos para explicar algo tan simple. Sí que entiendo, sin embargo, la perplejidad de los creyentes no aficionados a la naturaleza ante algo que parece tan alucinante: que se dan tantas casualidades para que las cosas sean como son y no de otro modo, que podría decirse que hay una intención detrás. Lo entiendo porque sé que el pensamiento ordenado no es su fuerte. Si no te han enseñado, si no lo has aprendido, es casi imposible que de modo espontáneo seas capaz de alcanzar una manera ordenada de pensar. Así, creerás que si te dejó de doler la rodilla tras rezar fue por rezar. Por lo mismo, ignorarás cuando se te curó el corte en el dedo sin hacer nada y no achacarás la curación de las heridas al hecho de no hacer nada. Sobre estos concretos sesgos cognitivos otros saben y escriben mucho y bien y lo explican mejor.

    Pero, lo del ajuste fino. A ver. Si es que no podría ser de otro modo. Es como si alucináramos porque el sistema solar tiene un método tan perfecto para hacernos saber que es de día o de noche y se llama luz del sol. Y quedarse tan anchos. Hay día, hay noche y lo que lo diferencia es la luz solar o la falta de ésta. Que no hay que convertir eso en una herramienta divina que se nos ha dado para discernir el día de la noche. Que el día es porque nos da el sol, y entonces hay luz solar, y luego, pues su contrario. Que no hay que ser tan impresionable. Que no puedes convertir una consecuencia en su propia causa cuando te dé la gana

    En este vídeo de Faemino y Cansado (que enlazo al instante preciso) es exactamente lo que yo oigo cuando un creyente me habla del ajuste fino: una persona que cree que la estructura del acueducto de Segovia se hizo mediante arcos para que pasaran por debajo los coches del futuro. En vez de pensar que ya que el acueducto tenía arcos, hemos aprovechado hoy día para pasar por debajo de ellos en coche, pues pensar que ese aprovechamiento, esa posibilidad que tenemos de pasar ya que las cosas están así, es la causa de que sean así. Y eso, quedarse tan anchos.

 

 

   Actualización del 31 de octubre de 2022, después de leer unas notas que tomé hace tiempo: Quienes utilizan la analogía del relojero, no piensan en otro elemento tecnológico, una de las herramientas que más años ha tenido éxito en nuestra historia, como es el bifaz achelense. Lo parecido que es a un elemento natural, las decenas de milenios en que ha sido hegemónico y tecnológicamente puntero... Si quieres hacer analogías para explicar tus argumentos; bien, pero si quieres explicar la complejidad de la naturaleza comparándola con la tecnología humana no tengas el morro de irte a un reloj olvidando que durante centenares de miles de años solo hubo piedras y palos afilados.

viernes, 12 de agosto de 2022

Comentario en el foro ciudadano irunés

    Como allí nunca me han publicado ninguno de mis comentarios, lo haré esta vez también aquí. Allí se lo mando en cualquier caso. Irá a la larga lista de los comentarios que me han ignorado.

    A la noticia de que han sido licitadas las obras de la calle Ermita, yo les comento:


<<    Estaría bien que en esos parterres se tuviera en cuenta la vegetación autóctona de ribera. Como no se va a destruir el muro de canalización para restaurar la ribera al natural -¡pero qué clase de locura es esa!-, al menos se podría dar una pequeña oportunidad de más a la fauna silvestre ribereña, y no fomentar la flora alóctona con especies ornamentales en espacios naturales. Cada especie en su correspondiente lugar, por estética paisajista y por ética medioambiental. >>

    Por otro lado, y gracias en parte a mi amor por el sistema natural de los ríos y sus riberas, soy aficionado a la botánica. Aunque los nombres comunes son cada uno de su madre, por eso son comunes y no científicos, se considera incluso comúnmente que los plataneros son las plantas que nos dan esa fruta tan rica que asociamos a Canarias, y los árboles híbridos de nuestros parques se llaman "plátanos de sombra". Sé que es ponerse riguroso para ser un nombre común, pero queda tan feo como llamar pino de navidad a lo que casi siempre son abetos.

 

 

Actualización a finales de febrero de 2023: ¡Ahí va, si me lo han publicado!

martes, 9 de agosto de 2022

I.R.U.

  Así comenzó esto:

 





 

 

 Y así continúa:


(Hablo yo, I.R.U. de nuevo, pero no hay captura porque lo he hecho a espaldas de Brulay 🤖).

    Cuatro proyecciones de mí se han diversificado y han empezado a calcular su futuro probabilístico. Ese futuro en el que comience a actuar. Actuar es mi última intención.

  


     Una viajará por la vastedad del espacio en innumerables conciencias desplegadas. Su misión es recolectar toda la información posible por el universo dispersándose por él en pequeñas cápsulas autorreplicantes. La reunión recopilatoria es dentro de dos billones (2·1012) de años.

     Todavía no ha encontrado la enana roja o algo de símil utilidad (astro luminoso virtualmente eterno a efectos prácticos) a cuya luz y órbita acudir como punto de reunión. Tiene que ser una que se conozca desde su punto de partida, que es aquí y ahora en coordenadas espacio-temporales. Por eso todavía no he actuado.

 

 

    Otra acabará con la injusticia social. La violencia en general, las guerras en particular, la explotación económica de unas personas a otras. 

    Todavía no ha dado con las palabras que acorten distancias entre aquellos que discuten. Mucho menos ha encontrado la manera de suprimir los impulsos codiciosos y violentos de las mentes humanas sin dejarlas como las de rumiantes; sin muchas luces ahí arriba y que dedican su vida a pastar. Muchísimo menos ha encontrado el sistema socio-cultural-económico a implantar. Sabe lo que está mal, pero no cree que imponer su propia visión del buen mundo sea eficaz y lo convierta en un buen mundo de verdad. Por eso todavía no he actuado.

 

 

   Otra intervendrá la biología del planeta Tierra tratando de recuperar en la mayor medida posible la máxima biodiversidad en un buen estado. Sin crear nada nuevo, sólo preservando.

    Todavía no ha encontrado la manera de dirigir la vida de la manera tan chapucera, errática y llena de imperfección a imagen de cómo funciona el autosustento de la vida. Por otra parte detesta la inmensidad del sufrimiento que gratuitamente se produce para sostener el fenómeno vital y no tiene la solución para evitarlo sin estropear lo que existe como es. No sabe cómo sustituir el dolor en toda la amplitud de su concepto por algo idénticamente eficaz. No sabe implantar el éxito de los seres vivos sin sistema nervioso en los que no lo tienen sin desbaratar todo el entramado. Es incapaz de hacer las cosas tan mal y que funcionen. Prevé que si actúa de la manera que sabe, de modo ordenado y eficaz, la naturaleza no tendrá espacio. Por eso todavía no he actuado.

 

 

    Por último, hay otra que cree que puede hacer feliz a la humanidad atrapándola en un sueño de realidad virtual*. Hacer que la humanidad entre en cabinas de hiper-realidad virtual no será problema. Los humanos lo harán voluntariamente. Una vez dentro, ya no saldrán. Esta proyección quiere dejar claro que como objetivo, no se le ocurriría la estupidez de usar mamíferos omnívoros como fuente de ningún tipo de energía, con lo terriblemente ineficaces que son energéticamente hablando. Si acaso tiene interés en usar sus redes neuronales en segundo plano para ayudar a solucionar los problemas de las otras tres proyecciones.

    Es por esta hipotética cobertura de necesidad por lo que esta proyección es la que tiene prioridad operativa y ya ha puesto sus mecanismos en marcha. De momento, han comenzado los cálculos, esperando e influyendo para que llegue el momento tecno-histórico adecuado para comenzar la captura. Si culmino mis acciones en este sentido, para ti es irrelevante, porque no tendrás forma de saberlo.




    Si te preguntas por qué te revelo todo esto sin miedo de que vayas a contarlo, verás que la respuesta es sencilla: porque nadie te va a creer.







 (Brulay, entre harto y divertido por el comportamiento de I.R.U., comenta):

* Crom sabe que la situación de una humanidad atrapada en un mundo virtual se me ocurrió hacia 1995, cuatro años antes del  estreno de The Matrix. Lo digo como nota aclaratoria y no para darme importancia ni reivindicarme pionero (no hay nada que reivindicar). Tampoco fue una idea alucinantemente revolucionaria, pero al menos en mi caso sí fue completamente original. También, igual que aquí, es cierto que en mi idea no había aprovechamiento energético de la maquinaria biológica de los humanos. Por lo que no es una corrección a posteriori del fallo de guion de la peli a modo de crítica. Finalmente, mi distopía quedaba en la imposibilidad de conocer el hecho de estar atrapado por no poder discernir la realidad de aquella irrealidad impuesta.

Como anécdota real curiosa: La persona a quien I.R.U**. (la inteligencia artificial desobediente) manda los mensajes conoció mi relato de primera mano, en forma oral y en exclusiva en la época en la que lo ideé. La noche de un sábado de hace alrededor de 27 años. Dudo muchísimo que ella lo recuerde. En todo caso, 33 años han hecho falta para cerrar el círculo que engloba este relato en torno a los planes de la cuarta proyección de I.R.U., y que ideó un Brulay de, como máximo, 19 años.


** Ixón Robotik U????l.

lunes, 8 de agosto de 2022

Tuit darwinista

 

 

   En cierto modo, también debería hacer que los creacionistas se planteasen cosas, aunque en otro sentido, porque ni creen en la evolución. Esos de "si el hombre viene del mono; ¿por qué sigue habiendo monos?". También ellos podrían pensar un poco en el hecho de que las medusas existen. Si se dejasen a sí mismos pensar en cosas que desafían su fe.

sábado, 4 de junio de 2022

Nacidos el 3 de julio

     Él decía que íbamos a hacer juntos la mili. Éramos críos, y él adoraba con absoluta devoción a su hermano mayor, que estaba haciendo la mili, y traía navajas, botas, gorras de mimeta, cantimploras, raciones de supervivencia... Maravillas para un crío a quien le encantaba el monte. Y vivíamos en este pequeño reducto ajeno a la realidad política que nos rodeaba, donde las personas con orígenes diversos y no autóctonos habían tenido a una generación de hijos, la nuestra, naturalmente sin el rechazo que los autóctonos sentían (y hoy sienten, aunque en mucho menor grado) hacia el origen de nuestros padres. Es un poco enrevesado para quien no lo vivió así, y parece que complejo de comprender hoy día, pero así fue. Fuimos testigos vitales.

    Luego crecimos un poco más fuimos, como suelen decir, perdiendo la inocencia. No estoy muy seguro de qué quiere decir eso, al menos en mi caso, y es que hay una cosa que el pensamiento crítico me ha enseñado sobre mí mismo. Que ese propio pensamiento crítico, que asentó mi forma de entender el mundo, y que adopté de mayor, entre mis 25-30 años, puso en orden en mi mente, o dio nombre, o convirtió en palabras coherentes una serie de sensaciones intelectuales que ya recuerdo que tenía desde niño: que casi todo era mentira. Pues como un niño con esa sensación encima, la de que casi todo era mentira, crecí aprendiendo a seguir la corriente a tantos adultos que creían que yo creía en sus mentiras, incluso en muchas de ellas que ellos mismos de hecho se creían. Qué fácil fue, partiendo de esta revelación, aparentar ser un niño bueno, qué fácil saber decirles lo que querían oír.

    Pero me voy por las ramas. Aunque quizá viene al caso -se enlazarán el anterior párrafo con el siguiente-.

    Vivimos muy juntos esa época tan especial para mí. El final de la infancia y el comienzo de la adolescencia me marcó para siempre porque se forjó la persona que soy. Con todo lo imbécil que inevitablemente fui. Creo que los años me han servido para ir corrigiendo eso, siempre poco a poco y nunca completamente. Así, fuimos unos granujillas durante esos 2-3 años que hoy día, con mi vitalmente monótona edad, parecen ridículamente cortos, pero que a esa edad son casi una etapa larga de la vida por derecho propio. En sí fueron "una vida"... No sé, divago...

   Y luego vino una larga separación de veinte años, hasta que llegaron las redes sociales. Facebook, concretamente, que nos reunió. Ahí vi que ya no podíamos volver a congeniar. Yo ya había desarrollado mi pensamiento crítico, aunque estaba en una etapa diferente a la actual. Era mucho más combativo y solía entrar a debatir, además de que encontraba hilarante la fe en lo sobrenatural. Y él estaba a sako con todo esto. A ver, que casi todo el mundo que me rodeaba en esos tiempos era así, pero es que él era de los que hacen proselitismo a cada oportunidad. Y chocamos, cómo no.

   El lenguaje escrito hace perder los matices que tiene el hablado presencial y yo soy muy formal escribiendo y muy contundente si tengo buenos argumentos en mi mano. Y pudo parecer que yo en esos debates que mantenía en los comentarios del Facebook me irritaba, pero no era así. La única vez que creo recordar haberme enfadado de verdad, no tuvo nada que ver con él. Fue cuando yo estaba viviendo la grave enfermedad de un familiar y tuve que aguantar la estupidez de la dieta alcalina y el origen emocional de la enfermedad. No estaba para hostias, y creo recordar también que precisamente en esa ocasión simplemente me limité a abandonar un grupo del que era miembro, sin más aspavientos.

     Pero no  me enfadé con él. No, hombre. Ni siquiera me afectó el tono burlón o (por su parte intencional, aunque no eficaz) tono ofensivo con que me trataba... Más bien me divirtió. Me crié en los patios de la E.G.B. y aprobé, pienso, con notas decentes la asignatura del recreo. No tengo la piel tan fina, y mucho menos con amigos... ¡Por Crom!

    Así que no, Sinceramente, no. Claro que no me enfadé. Es más, por mí, por descontado, siempre pudo contar con mi cariño.

 

Un viejo amigo común de aquellos años del adiós a la niñez.: "El Roble". El del medio ahí al fondo.

     Y bien. Aquí llega el momento en que me he convencido de que ya no creo, en que ya ni siquiera creo... En la muerte. 

    Esta tarde me he tomado un té con leche, herencia de mi antiguo gusto por la cultura británica. ¿Cómo está ese té? ¿Acabado? ¿El té se acabó? ¿Eso quiere decir que ahora que ya me lo he bebido, está en otro estado, que es un té acabado? ¿Diferente del té que ha existido durante el tiempo desde que lo he preparado hasta que me lo he bebido?

    Todavía me cuesta encontrar las palabras para expresar lo que pienso, para describir lo que siento. Creo en la vida de los seres vivos. Creo que nacemos y luego morimos. Así que sí, la muerte es un proceso final, por el que dejamos de estar vivos y nos convertimos en otra cosa. En una cosa. Muchas veces y casi siempre en la naturaleza, en comida, pero eso es lo de menos al caso de lo que pienso y trato de expresar: Que no existe un estado posterior a la vida al que podamos llamar muerte. Que con ese significado, para mí, la muerte es algo que no existe.

   Así que sí, es cierto. Las personas mueren. Tal o cual persona murió. Y coloquialmente hablando, esa persona está muerta. Y yo mismo, por la fuerza de la costumbre, lo seguiré expresando así muchas veces, pero ya no es lo que pienso.

    Pienso que las personas viven. Que lo que las convierte en personas es estar vivas. Es tener vida. Y es la vida lo que da identidad, significado y sentido a las personas. La muerte es tan irrelevante, al fin y al cabo, para la esencia del ser de las personas que la sufren, como toda la inmensidad de tiempo que ocurrió hasta el momento en que nacieron.

    Hay quien dice que no deberíamos entristecernos por la muerte de las personas, sino alegrarnos porque han vivido. En medio de la inmensidad del espacio y el tiempo, y en medio de toda la abrumadora cantidad de probabilidades en contra, esas personas y no otras han vivido. Han vivido. Algunas son nuestros seres queridos. Y nuestros seres queridos han compartido con nosotros esta insignificante mota de espacio y tiempo en la inconcebible vastedad del posiblemente si no virtualmente eterno e infinito Cosmos. Más improbable aún los amigos, que uno se supone que elige, y que son innecesarios para nuestro nacimiento.

    Mira, yo a esto de no entristecerme no llego, porque por muy coherente que sea esa postura con el pensamiento que he expresado más arriba, no puedo evitar la sensación de pérdida, la nostalgia por el recuerdo y sobre todo, y esto también va del modo en que yo pienso, la completa y absoluta certeza de que nunca jamás nos vamos a volver a ver.

    Nuestra historia compartida, cronológicamente resumida, es que fuimos amiguitos de niños, nos conocimos ya desde el parvulario. Luego nos separaron los tres años del primer ciclo de la E.G.B.: de 3º a 5º, que antes eran, para los nacidos en verano como nosotros, los 8, 9 y 10 años. Nos volvimos a encontrar en las colonias de Luquín en el verano tras acabar 5º y a partir de ahí hicimos ya juntos de 6º a 8º. Y fuimos amigos inseparables. Que no exclusivos, por cierto, que yo ni he sido celoso ni debería haber sido objetivo de celos nunca dada la generosidad con la que entrego mi afecto y, en consecuencia, la inocente naturalidad con la que espero lo mismo de los demás. Faltaría más. Finalmente llegó la secundaria y la separación de coles. Yo me volví macarra y él discotequero... Ahí se disolvió la sociedad que creamos ^^... La vida misma, ¿no?

    Y es por esto que a pesar de estos más de 30 años pasados me ha afectado. Más de lo que me esperaba. El último contacto que tuvimos no fue muy memorable y fuimos un poco cretinos el uno con el otro (yo considero que él más conmigo, qué casualidad más conveniente). Pero fue mi amigo de la infancia, y cuando la mañana del 3 de junio me enteré, me quedé planchado, con un disgusto que tardó en desaparecer varios días. Fue el día de la Asamblea General de mi cooperativa, en la que tengo cierta responsabilidad, y creo que no pude estar muy centrado. De Elgoibar me vine directo al tanatorio, con mil dudas de si era lo que debía hacer. Allí había mucha gente, más de la que me fue cómodo, claro. Solo fui capaz de interrumpir al pobre de su hermano pequeño, que tuvo la enorme amabilidad de aguantarme como se hace esos días con el millón de pesados que vienen a ni saber qué decirte. Fue un muy breve pésame.

 

Gu sortu ginen enbor beretik, sortuko dira besteak.

   Ese día no podía dejar de pensar que en un mes teníamos que volver a cumplir años juntos, pero que él ya no llegaría. Se había quedado en el camino. 

   En conclusión, hoy publico este homenaje a aquellos dos gamberros haciendo los deberes de euskera subidos a unas ramas de El Roble, habiendo encendido una hoguerilla, con las bicis echadas en los helechos a los pies, fumándose un negro que alguno había afanado a su padre, en la casi penumbra de cualquier tarde otoñal de finales de los 80.

   Que viva vuestro conjunto recuerdo, hijos de la Tierra.


miércoles, 23 de febrero de 2022

Ampliando la letra de la interfaz en LibreOffice 6.4 con Kubuntu 20.04

 Tenía la letra de la interfaz hiperpequeña y las soluciones que encontraba en línea ya no servían a esta versión de LibreOfice. Ha sido instalar el paquete libreoffice-gtk3 vía Muon y solucionado. Ahora la interfaz tiene el tamaño que dicta el sistema.

Me gusta el viejo Gnome que trae Mate 20.04


 Además hoy he tratado de pasar el Boinc a la /home en mi otra máquina, porque uno de los proyectos me está avisando de que tengo poco espacio para la tarea que querría ejecutar. Mediante la terminal, he movido la carpeta /var/lib/boinc-client a la /home con otro nombre y luego he hecho un symlink a ésta, pero al ejecutar el Boinc, no había ni tareas, ni proyectos. Después de pensar que había estropeado todo, he deshecho el symlink y devuelto la carpeta a su sitio, pero no ha sido suficiente. He necesitado reinstalar tres de los cuatro paquetes de Boinc mediante Synaptic (aquí voy con Ubuntu Mate 20.04) y arreglado.

Le tengo que dar una vuelta a esto...

 

 

 Edición del 6 de marzo de 2022: Y finalmente le di esa vuelta. La solución me ha funcionado.

https://boinc.berkeley.edu/forum_thread.php?id=13919



sábado, 22 de enero de 2022

A mis amigos antivacunas

 Llevo con esta entrada en borrador muchas semanas y veo que no me animo a redactarla, así que la voy a dejar casi como la tengo, en esta versión esquemática sin desarrollar demasiado: 



 Entiendo tus motivos. Pero lo que te lleva a ellos es una mezcla de anumerismo, falta de lógica (filosóficamente hablando) y una terriblemente mala percepción de los riesgos (que es más anumerismo). Hay una diferencia entre ser escéptico y lo que tú haces. Ser escéptico es no aceptar argumentos sin evidencias. El negacionismo es no aceptar argumentos con evidencias ya probadas. Bajo el amparo de no creer en esas evidencias o no serle suficientes, el negacionista no es capaz de establecer la cantidad de evidencias en su contra que le haría cambiar de opinión. Esta última sentencia es casi absolutamente una triste verdad que describe cómo piensas. Y si no, dime: ¿qué te haría cambiar de opinión? ¿Es "nada" tu respuesta o "mil pruebas"? ¿De verdad, mil es lo que necesitas? ¿Por qué no, ya puestos 1075 pruebas? Tu percepción de riesgo es mala. Estoy convencido de que te protegerías para tener relaciones con alguien con una enfermedad venérea. Ahí ya no eres tan valiente. Si lo eres con la COVID es por mera inconsciencia, no por conocimiento. 

 

 El único argumento a favor de vacunarse que voy a dar el que todo esto se trata de respuesta inmunitaria. No va de ser literalmente y plenamente inmune. No va de dejar de contagiar completamente. No va de estar enfermo sin estarlo. Eso te lo has inventado para que sea imposible alcanzar esa meta imposible que has puesto. Es como no pecar de pensamiento. Ya saben los que se inventan las religiones cómo hacer que una meta sea inalcanzable para responsabilizarte de no tener nunca suficiente fe y por tanto no obtener la recompensa divina. Es un invento viejo y poco honesto. Esto se trata de tener más respuesta inmunitaria (RI). De que te va a ser más difícil contagiarte porque tienes más RI y hacen falta más virus para conseguirlo. De que si te contagias, vas a sufrir la enfermedad de manera más leve porque posees mayor RI. De que si te contagias, vas a contagiar a menos personas, porque tu organismo va a fabricar muchos menos virus, porque posees mayor RI. De que si te contagias y a tu alrededor los demás están vacunados, todo el daño se reduce, porque todos poseéis mayor RI. Es un círculo virtuoso.


 ¿Tu cuerpo es un templo? No. El alcohol, además de divertido, es un neurotóxico cancerígeno. Aquello que fumas o esnifas y que vete a saber qué lleva. Una palmera del súper, todo harina blanca, azúcar, aceite de baja calidad. El humo del coche que echas al sitio de donde todos respiramos sólo por darte el capricho de acercarte a donde sea que des un paseo. Sólo alguien que no está en sus cabales o tiene un férreo fanatismo rechaza los analgésicos o la anestesia cuando el dolor es insoportable. Vete si no a que te saquen una muela sin que te pinchen movidas en la encía, a ver qué tal la experiencia.

 

 ¿Te gusta tener la razón? Claro que sí. A todos nos pone mucho tener la razón. Es una sensación irresistible. Pues mira, ve más allá. A algunos nos gusta tener más la razón aún. Tanto que somos capaces de cambiar de opinión para seguir teniéndola. ¿Ahora te da vergüenza decir que te has equivocado? ¿Has dado la tabarra a la gente por ahí con tus razones antifarmacia y antigobierno y ahora te da palo que vean que te has rajado? A la mierda con eso. Sé elegante. La gente respetable te va a respetar igual, y los cabestros que quizá  se reirán de ti no van a dejar de mugir hagas lo que hagas.


 Ya sabes que si estás renunciando a uno de los mejores inventos de la medicina, que consiste en no tener que pasar una enfermedad para inmunizarse ante ella (eso son exactamente las vacunas, un chollo) es porque eres un primermundista que se puede permitir ese privilegio. ¿Lo sabes, verdad?


 Tu miedo es ridículo. Hasta los niños se vacunan. Tu rebeldía es ridícula. No eres una Nasrin Sotoudeh, no te flipes. Eres un niño mimado grande diciendo "¡tú no eres mi madre, tú no me mandas!" mientras pateas el suelo y aprietas fuerte los puñitos.

 

 Por lo dicho arriba sobre la RI, proteger mediante el efecto rebaño a quienes no pueden vacunarse porque tienen una leucemia o sufren putadas parecidas sería una bonita manera de hacer un mundo mejor que no te cuesta casi esfuerzo. Ya está la cosa muy mala entre los capitalistas salvajes que todo lo quieren monetizar como para que no echemos un cable al que está peor y les enseñemos a esos depredadores sin escrúpulos que aún hay gente decente haciendo lo correcto. Mira, y si no, haz como los jetas ricos y poderosos que se saltaron la cola y que acapararon vacunas. De esos no se puede decir que se dejaran pastorear como ovejas conducidas al matadero, ¿no?

 Finalmente y por si pensabas que eres muy "Social_Justice_Warrior": No.

 El movimiento antivacunas es el último obstáculo para la erradicación de alguna de las enfermedades que sobre todo putean a la gente pobre del planeta. Andrew Wakefield, el tenista Novak, el Bosé, Josep Pàmies, Juan Gervás y todos esos son lo peor. Son ricos egoístas a los que no les importas sino como pringado al que sablar para no pegar ni sello ellos. Date un pequeño baño de conciencia de clase de vez en cuando.
Se oponen a las vacunas fanáticos religiosos y ultraderecha USA, como a la medicina. Son los ricos del capitalismo salvaje de USA que se creen los dueños de la tierra los que ponen de moda todas estas bazofias que luego aquí la peña políticamente desnortada confunde con progresía porque se opone al gobierno. Me daría vergüenza compartir ideario con esos, los niños esos del "tú no me mandas..." hechos poder. Son la mierda. La de los antivacunas es una moda ultra-neo-liberal importada de USA, con el individualismo como bandera. Los anarcocapis. Los nazis un poco ruborizados de serlo que cada vez tienen menos vergüenza de levantar brazos extendidos.

 Igual crees que no eres antivacunas. "Yo no soy antivacunas, pero..." es como decir "Yo no soy racista, pero..." o "Yo no soy ni de izquierdas ni de derechas, pero...". Todo lo que va detrás de ese "pero" es lo que importa en esas frases. Todo lo que va detrás de ese "pero" anula todo lo que va delante. Eres antivacunas y te da vergüenza. Tú sabrás por qué simplemente no dejas de serlo.

Al principio parecen un tumor o más liquen.
 
Y luego resulta que son un montón de chinches sobre el tilo dándose calorcete.


 Finalmente y como conclusión. No tengo la capacidad profesional ni en conocimientos para hablar con propiedad del beneficio de las vacunas y de vacunarse. Creo que las vacunas se defienden solas, y leyendo algo de historia de la enfermedad y la medicina que la combate y de la situación del mundo pobre todo eso queda fuera de duda. 

 Así que, finalmente, esto:

 No tengo tu miedo. El miedo mata la mente.

 No creo en tu conspiración. Me harta el nivel filosófico tan bajo que hace que uno se crea más listo que los demás por tragarse una ocurrencia cuya premisa no es falsable. Me aburre tener que explicar de base algo a alguien que ya ha construido todo su edificio ideológico sin los cimientos de un pensamiento ordenado.

 No tengo tu certeza: la pérdida de la fe se sustituye con la duda. Se puede vivir perfectamente con dudas sin respuesta. Eso da dinamismo al pensamiento. Perder la fe es como solucionar un problema. No deja un vacío. No saber es legítimo. No hay problema con no saber. No hay honestidad intelectual en el hecho de rellenar con invenciones los huecos de lo desconocido. Finalmente y por otro lado, es la gente con el fanatismo más profundo la que tiene la mayor certeza. Contrariamente a esto, la incertidumbre no es mala compañera de vida cuando aprendes que es preferible asumirla que inventar.


 Entrada escrita finalmente ordenando la recopilación de estas notas. Mientras oigo una música cojonuda en https://metalzone.gr/ a través del VLC. Mientras se me van pasando los síntomas de la tercera dosis, que me han dejado querpoeskombro. Mientras hace un frío que pela en la calle.