domingo, 21 de julio de 2013

El gas de la risa

   Se presentó la oportunidad de dar un paseo por la capital, era domingo y estaba repleta de provincianos y turistas. Vi un grupillo de gente con ropas de colores  vivos vendiendo bisutería artesana expuesta en unas mesas plegables cubiertas con tela. Un pensamiento en alto: ah, la ironía: alties vendiendo cosas inútiles a miembros de una sociedad industrial a quienes sobra el dinero como para comprarlas.

   Como tengo la manía de escucharme con los oídos de quienes piensan diferente a mí, y como tenía en ese momento con quien comentarlo, alguien que había escuchado mi comentario que me confirmara la impresión que puedo dar a veces, vi que puedo parecer a ojos de quien no me conoce un amargado, un hater, pero... Quien me conoce bien sabe que yo siempre me he reído hasta de mi sombra, y una de las cosas que más me hace gracia en esta vida es la seriedad con que muchas personas adultas llevan ideales y creencias... tan graciosos.






    En mi primera adolescencia ya me gustaba la figura de Elvis. Supongo que por eso es que se me ha quedado la escena de una película donde un viejo (a esa edad todos los que pasan de 40 lo son y ahora ya no recuerdo con detalle) hecho y derecho afirmaba sin asomo de duda que a Elvis lo habían matado las compañías telefónicas.
   En mi inocencia de entonces, pensé que no era más que una escena de humor absurdo que como tal, como debe ser, estaba ahí metida sin venir mucho a cuento.

   Vivir para ver. Estaban mostrando la realidad y riéndose de ella como yo ahora.

  No sé cómo de hechos y derechos se considerarán a sí mismos esos que afirman que los ateos utilizamos las estelas de los aviones para envenenar a los ángeles o sea la que sea la cosa tan graciosa que les gusta pensar sobre eso.


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