viernes, 13 de marzo de 2015

Es una teoría en sentido coloquial, una opinión mía sin más.

    Hasta esos dos a los que yo comparaba con una selva donde te abres paso a machetazos y luego se va cerrando detrás de ti me han sorprendido gratamente tiempo después luego de haber debatido con ellos mostrándome no ya que les he convencido, sino que al menos han tenido la decencia de escucharme y hacer el esfuerzo de comprenderme.
    Ojo, no te equivoques conmigo. Es muy fácil hacerlo. Llevo toda la vida observando el hecho de que sorprendo a propios y a ajenos con mi modo de pensar.

    Y además, tú no me escuchas, y no me entiendes. Pero porque no quieres. 

    Supongo que es porque no tengo acciones en Monsanto ni en Bayer, no tengo una cuenta en Suiza ni dinero como para plantearme abrirla, soy de izquierdas, tolerante, amante del deporte y de la naturaleza... y comprendo que eso tiene que ser terriblemente irritante. Porque no puedes acusarme de que lo que pienso y digo lo digo y lo pienso por interés espurio. Eso por mi parte. 
    Y luego está tu parte. Si admites que lo que pienso es bienintencionado, tienes que admitir que existe una cierta posibilidad de que haya un punto de vista no sólo diferente sino opuesto al tuyo que podría estar en lo cierto y además es respetable, que no se trata de una arenga fascista o algo por el estilo. Y eso implicaría que quizá quepa la pequeña posibilidad que esas ideas que tanto amas podían estar un poco equivocadas. Y claro. Por ahí sí que no estás dispuesto a pasar. Que lo entiendo, ¿eh? que yo sí pasé por ahí y no fue agradable. Pero eso te impide comprenderme. Es lo que hay. Es mi opinión, es lo que pienso.

    Y ahora me voy a prenderle fuego a la lluvia.

1 comentario: