sábado, 10 de octubre de 2015

Sueño tríplice

    No sé en cuál de los niveles de sueño había ido a entregarle una enorme tabla de planchar de rayas moradas a la casa de la infancia de un amigo, subiendo por escaleras de diferentes tamaños y anchuras, escherianas unas veces, peligrosamente altas y sin barandilla algunas otras, para acabar tratando con su madre sobre dónde meter semejante armatoste.



    Soñé que le contaba a mi mujer un sueño que acababa de tener, que trataba de cómo les intentaba explicar a un hermano y a mi madre un sueño que acababa de tener, pero me costaba mucho, es que no me salía la voz porque sentía un torbellino de emociones que me lo impedía. O porque me faltaba el aliento. O las dos cosas. El sueño que les trataba de contar, había sido muy inquietante. Acababa de soñar, en un corta siesta, que hablaba con alguien a quien le preguntaba de manera enigmática algo que debería haberle preguntado de manera clara, para que la respuesta tuviera algo de valor. Le preguntaba si el más allá estaba o era. Mi intención era preguntar si existía o no, y sin embargo, no pude preguntarlo de manera tan simple. No recuerdo la respuesta en parte porque no la recuerdo y en parte porque creo que a tal pregunta, tal respuesta. Sí recuerdo, que medio divertido, medio sonriendo, me decía que yo debería volver a estudiar, dando a entender que era algo fácil de hacer, pero no quedándome claro si ahora o en ese supuesto o no más allá que era o no era o estaba o no estaba.




"Y esta noche duermo solo y quizá te encuentre en mis sueños, que es donde sólo te puedo encontrar."





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