sábado, 24 de junio de 2023

Gurea bizitza da

   Ayer estábamos un grupo de personas cercanas, parientes y amigos. Algunas sentadas en primer término. Las más cercanas. Sin duda, las más sentidas. Otras de pie, un poco más atrás; las miradas cerca, siguiendo el movimiento. Y las miradas lejos, siguiendo el recuerdo.

   Había comentado poco antes un amigo que en otras culturas sería diferente. Yo me he convencido de que todas las culturas humanas son propiedad de todos los humanos. Por ejemplo, que si una chavala de Papúa Nueva Guinea un día descubre, navegando por la red, que existe un idioma pre-indoeuropeo que sobrevive al olvido aun expuesto a las galernas del Golfo de Bizkaia, le hace gracia curiosa y decide aprender una palabra o una expresión y, divertida, la verbaliza, entonces el euskera también es suyo.

 

   Hay mucha cultura humana de la que deberíamos deshacernos porque ya no nos sirve, porque la hemos superado, o porque hace infeliz a las personas a pesar de lo mucho que la puedan defender como propia. De ésta, mejor nos olvidamos, o recordamos no volverla a reproducir.

   La cultura es capaz de desperdigarse a lo largo del espacio y del tiempo, siempre que haya un soporte mental que la transmita y atesore. Los soportes externos (sean tablillas de arcilla o memorias flash) son inútiles sin intelectos que sepan interpretar su contenido. La cultura se transmite como meme (el análogo cultural al biológico gen). Parece ser, según recuerdo de mis lecturas sobre el tema, aunque puedo estar equivocado o mi conocimiento anticuado, que la cultura de los mairubaratzak, harrespilak o crómlech pirenaicos, son una influencia de la cultura celta que pertenece la Edad de Hierro. Allí se depositaban las cenizas o restos de incineración, sueltos o en urnas, éstas a veces en cistas.

   Ayer honramos la memoria de un ser querido por medio de un ritual parecido al que realizaban nuestros ancestros hace unos tres milenios. Nos imaginé, tiernamente a todos los presentes, siendo nosotros ellos, estando entonces, en ese mundo  y esa época en que nuestros antecesores vivieron. Aquellos antepasados para quienes ahora mismo somos la única razón por la que existieron.

 

Exkaxpe-ko mairubaratza.

    Yo quiero creer que mi manera de pensar sobre el final de la vida es más paleolítico que neolítico. Pero eso es sólo una pedrada mía que justifico pobremente con lo que sé por mi afición y conocimientos de paleoantropología y prehistoria. Por eso y porque me lo pide el cuerpo. Y como no soy dualista, que me lo pida el cuerpo significa que esto es a causa de cómo pienso.

   En conclusión, que me alegro de que a quien ayer honrábamos haya existido. Me acordaré con mucho cariño de él cada vez que me llamen al móvil y me suenen los Children of Bodom. Me alegro de que viviera. Me alegro mucho de haberlo conocido. Muchísimo. 



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