domingo, 9 de julio de 2023

Me encuentro cómodo en la penumbra

    Me gustan las personas. Soy un bitxo social y, cuanto menos, aprobé el recreo. Me echa para atrás la misantropía fácil que busca la complicidad de estar enfadado con muchas personas, aunque sea cierto que muchas veces son el foco y la causa de nuestros males.

   Este tardocapitalismo neoliberal, o llámalo como quieras, es una sociedad que tiene mucho que mejorar y hace difícil que uno se desarrolle en él plenamente con el coco sano, a no ser que seas un cretino o un sociópata.

   Como me gusta la gente, me gusta la antropología, la neurociencia, la filosofía, la paleoantropología, los documentales de geografía, la psicología... Y muchas más cosas que hablan a fondo sobre nosotros.

   Hay una cita célebre del grandérrimo Edward O. Wilson: “El verdadero problema de la humanidad es el siguiente: tenemos emociones del paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios. Y eso es terriblemente peligroso”. Muchos han analizado esta cita antes y mejor que yo, así que aquí queda sólo porque viene muy al caso.

 

Eskerrik asko hain maitagarria izateagatik.

   Siempre habrá gente buena haciendo cosas buenas y gente mala haciendo cosas malas. Pero hacen falta ciertas circunstancias especiales para que personas buenas hagan cosas malas.

   Este "axioma" del ateísmo militante, que relaciona esa circunstancia especial con la religión, vale para más cosas. La religión es la que se lleva la palma. Es posible, porque permea a casi toda la humanidad moderna durante toda la historia que conocemos y es un problema mental colectivo dañino como pocos. Pero también vale para todos esos casos donde se puede uno esconder detrás de un grupo mayor o el anonimato. Por ejemplo, la conducción. Casi todo el mundo corre un huevo, se porta super incívicamente, desprecia la integridad física de las personas. Supongo que aquí también hay mucho de masculinidad tóxica que resulta en cochazos grandes y potentes para que los demás no le juzguen a uno poca cosa debido a su falta de ostentación. Que tiene tela. Pasa también en internet, alimentado por la manera en que los mecanismos de las RRSS premian la confrontación... Con las ideologías radicalizadas, tres cuartos de lo mismo.

   Podría parecer que pienso que las personas somos malas aunque hipócritas que nos cohibimos, pero malas en el fondo. Yo realmente pienso que no. Creo que el hecho de que nos desinhibamos en un contexto de anonimato es debido a que nuestra mente no evolucionó en un mundo masificado, globalizado y anónimo. Lo hizo en medio de grupos reducidos y homogéneos de a lo sumo un centenar o dos de personas, donde todo el mundo te conoce y sabe quién eres y de qué pie cojeas y espera (y exige) que arrimes el hombro para salir adelante, como el resto. Esa inhibición está dentro de nosotros y ha venido acompañándonos en nuestro viaje evolutivo, y está hoy día aquí. Sigue aquí. Como todos esos valores morales que nos hacen sentir bien por portarnos bien, sin necesidad de un tiránico sistema de castigos o recompensas externo. Eso me parece un pensamiento alentador.

   Hace no tantas generaciones, la gente se recreaba yendo a ver sádicas ejecuciones humillantes. Recientemente, cuando yo era niño, en la tele salían cantidad de humoristas haciendo chistes de gays y gente con trastornos del habla. Hasta se hacían chistes de la violencia machista y exitosas canciones que la promovían. Hoy hemos madurado un poco más, y estamos a años luz de lo primero, y nos vamos sacudiendo lo segundo. Quizá en unas décadas no esté bien visto tener el coche más contaminante que te puedas permitir y que te comportes en él como un psicópata. Biológicamente, seremos idénticos a los que hace decenas de miles de años huían a la cuenca mediterránea de los estragos del último máximo glacial, pero la cultura nos hace diferentes a ellos en cierto modo. Nuevos. Quizá, con suerte y algún día, mejores.




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