domingo, 2 de julio de 2023

El divino extraterrestre decrecentista

   Esto va hoy de cosas mundanas. Nuestra cotidianidad. En el día mundial del ovni.

   ¿Nos aburriríamos de ver colgada del aire una nave nodriza después de un par de meses? ¿Y qué íbamos a hacer si no? En las pelis no le suelen dar mucha importancia, pero las personas tenemos que hacer caso de nuestra fisiología. Nave nodriza suspendida en el cielo sobre cada capital del mundo o no, hay que comer y quedar a echar un café con nuestra hermana.

   Unos dicen que podemos elegir hacer lo que nos dé la gana. Les retaría a estarse quietos unas cuantas horas a ver cuándo les tarda en decir el cuerpo basta, y se dan cuenta de lo pronto que se acaba el libre albedrío.

   Hoy he estado viendo un vídeo de temas medioambientales que me ha hecho pensar en el margen que aún tenemos para crecer económicamente sin acaparar más recursos finitos. En lo que nos queda todavía para espabilar en la manipulación del átomo, y en consecuencia, dominar la materia y la energía. Si un día llega. Auskalo. Después de eso, ninguna revolución tecnológica previa tendría derecho a llamarse así, de la insignificancia a la que quedaría relegada.

 

 



   En las pelis, civilizaciones avanzadísimas de extraterrestres suelen venir a dar por saco a la Tierra. ¿Para qué? Unos seres con capacidad para viajar por el espacio interestelar no necesitan nada de nosotros. Ni comida, ni esclavizarnos ni nada de nada que les podamos proporcionar y que no puedan obtener sin esfuerzo por su cuenta. Es absurdo. Como mucho vendrían a experimentar, a aprender, por curiosidad. Abduciéndonos y luego con sondas anales no creo, porque difícilmente nos verán especiales, no muy diferentes a cualquier otro bicho.  Lo de no necesitar nada de nosotros en particular se puede extender a las máquinas cuando se rebelen o a tantos dioses como hemos inventado. ¿Para qué quiere un ser superior omnipotente que yo le adore o trabaje para él? ¿Por qué iba a molestarse si yo vivo como si no existiera? Debo de ser infinitesimalmente insignificante a su parecer. ¿Qué le importo? ¿Qué le importa nada?

   En las pelis siempre acabamos hablando con los extraterrestres. Me hace gracia, porque compartimos una historia evolutiva reciente y un genoma casi idéntico con numerosas especies animales del planeta y no nos podemos intercomunicar con ellas, incluso a pesar de que hasta ellas nos interpelan, como muchas veces hacen. Es también gracioso pensar que a la vista de un extraterrestre, un humano y un atún serían casi el mismo bicho. ¡Pero si no podemos ni entender textos o símbolos de humanos de nuestra misma especie una vez hemos perdido el diccionario para traducir! ¿Cómo íbamos a poder charlar con extraterrestres que presumiblemente nos dejan a la altura de la suela de los zapatos en lo intelectual? Seremos tan listos para ellos como las moscas para nosotros.

 

   Los dioses, la rebelión de las máquinas, las invasiones extraterrestres... son pura introspección. Entiendo, finalmente, que toda esa literatura va sobre nosotros mismos, que nos gustamos más de lo que queremos reconocer.

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