domingo, 12 de diciembre de 2021

Mentalidad abyecta y mentira.

Para mis reflexiones sobre la religión, llamo abyecta a una mentalidad más por servil que por malvada. Una mentalidad que banaliza el mal. Que lo asume como inevitable. Incluso que lo ve exclusivamente como una oportunidad de aprender.

Dice el dicho popular que "no hay mal que por bien no venga". Ese es el nivel intelectual. Mentira y autoengaño. Aunque el autoengaño es ridículo. Es otra forma de llamar a la mentira pero suavemente. Porque uno se cuenta esa mentira a sí mismo pero sólo es eficaz cuando otros la creen, y el que se cuenta la mentira quiere que los demás también la crean. De hecho, esa y no otra es, en el fondo, la esencia de la eficacia del arraigo de este tipo de mentiras.

Conozco a quien me dijo hace décadas que el autoengaño era básico para la supervivencia. Es triste recordar cómo años después, para no reconocer su alcoholismo, me dijo que ya no bebía destilados, sino sólo vino y cerveza. No contaba yo ni veinte años cuando había conocido un buen número de adictos y ex-adictos a muchos tipos de drogas como para aprender, ya entonces, que es la adicción la que habla cuando se verbaliza, contándole a otro, que se ha bajado el pistón. Mentira. Mentira que quieres que otros crean.

 

Hablando de mentiras,  también están las piadosas; las mentiras piadosas son piadosas para el mentiroso, no para el mentido. Le protegen a uno de provocar sufrimiento en otro, más bien.

 

Para un amante de la naturaleza, es insultante que le sugieran que ésta no se sostiene por sí misma.


Vuelvo a la reflexión sobre la fe. Es más fácil que los creyentes crean que eres otro tipo de creyente que aceptar que no crees en ni su dios ni en otros y simplemente ya está. A mi me llegaron a decir que yo creía en Darwin como un cristiano en Yavé. No fue esa la comparación, fue muchísimo más desafortunadamente torpe, pero para ver su pobreza argumental vale esta versión sin los omnipresentes nazis de la original. Tienen fe, creen, pero cuando tienen oportunidad, te dicen que lo que tú haces es creer también. Lo curioso de ese argumento falaz es que se da a entender que creer es malo: yo te digo "crees" y tú me respondes con un "pues tú también" con un deje de reproche. Por qué será. Creyentes usando la religión con connotaciones negativas: "¡tu ciencia sí que es una religión!". No te dicen "¡tu ciencia es hechicería diabólica!", eso no.

Es posible que acepten antes que no quieres ir a una ceremonia religiosa por pertenecer a otra religión que por ateísmo militante. Lo primero te da una (para ellos) buena excusa, lo segundo no. Es como si simplemente pasases. ¿Qué más te dará ir a la comunión de la niña, no?

Pues no me da igual. Considero perjudicial para el desarrollo vital de los niños inculcarles mentiras, pensamiento mágico y amenazas esotéricas. Creo que es malo dejarlos en manos de gente que viviendo de modo antisocial, se viste con ridículas prendas arcaicas, acepta no emparejarse y además se autoproclama autoridad moral. La religión es mala. Es una mentira y como decía George Carlin de esas mentiras, es mala para ti.


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